miércoles, junio 06, 2007

Un día de lluvia

Hay momentos del día en los que el bloqueo mental de miles de personas crean el caos.
Este bloqueo ocurre a menudo en ciertas situaciones bien definidas como frente a un estimulo extraño o sorpresivo:
-Jefe, lo siento pero aunque le falta sólo una semana para arrancar al megaproyecto me piro a la competencia que me pagan lo que me tiene que pagar.

Pero tambien ocurre en otras ocasiones ni extrañas ni sorpresivas: con la lluvia.

Sí; cuando conduces con lluvia bajas la velocidad lo necesario para poder frenar con seguridad, no derrapar y aumentas la distancia de seguridad. Eso lo haces tú. ¿pero que pasa con casi todos los demás? Se paralizan, es ver tres gotas en el parabrisas y en vez de darle al limpia, lo que hacen es darle al freno. Parece como que tuvieran el circuito cruzado.

¡Los conductores con la lluvia se vuelven gilipollas!

Se creen que de repente el peligro de muerte llega a sus vidas apacibles. O debe ser un efecto estroboscópico en el que ven como si todo fuera a cámara lenta. O yo que sé, pero la verdad es que la inutilidad aflora en la carretera.

Ves al doble circulando por el carril de enmedio (yo no me juego la vida yendo por el derecho deben pensar). En cada curva me pongo a 40, aunque eso sí, no reduzco que no estoy como para desconcentrarme de la carretera del peligro. Derrape y ostión al canto (pero si iba a 40...)
La ceguera se hace presente en cada conductor y le obliga a poner las luces antiniebla para creer que no se pierde nada importante. (¿por qué el de delante me insulta por el retrovisor?)
Para disminuir el peligro de encontrarse algo inesperado se te colocan a dos metros de tu culo.

Luego pasan las cosas que pasan. Vas tú tan tranquilo con tu parabrisas limpio y tienes que ir esquivando coches semiparados, aleatoriamente colocados en cada carril.Y pensabas que tantos años de CPC464 no te iban a servir para nada.
Eso si, hasta que te encuentras a tu gran amigo, el atasco. Las siempre bien diseñadas carreteras (esas en las que se ven las 27 direcciones de los carriles en obras antiguas tapados con pintura negra "reflectante" que se ven más que la blanca. Esas carreteras cóncavas e impermeables donde los charcos brillan con luz propia) no consiguen superar a los asustados conductores.
Después de unas cuantos carteles de "modere su velocidad" llegas a los causantes del atasco: un par de personajes en amarillo fosforito que intentan rellenar unos papeles mientras uno le recrimina al otro que no le ha avisado que iba a frenar y el otro le contesta que cómo no ha podido verle si llevaba el antiniebla trasero a toda mecha. Ves el gran destrozo del accidente, un parachoques abollado en un lado y un faro roto en el otro.

Según pasas ves que empieza a liberarse la carretera por lo que comentan los afectados:
-Joder, la que están montando por el morbo de ver lo que ha pasado.
Mientras los demás piensan:
-No memo, no. Estamos quedándonos con tu cara de inútil, maldiciendo a tu familia y recriminándonos el no llevar ningún objeto arrojadizo a mano.